Las macrogranjas, explotación de los pueblos
- María Colías Castañeda
- 5 dic 2023
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 7 dic 2023

Las macrogranjas son un tipo de explotación intensiva que azota los entornos rurales, estas operan como cualquier fábrica de producción en línea. Los lechones entran en ellas y después de unos meses reaparecen completamente engordados, todo ello sin haber tenido ningún tipo de contacto con el entorno que los rodea. Las macrogranjas son el claro ejemplo de cómo es y cómo funciona la ganadería intensiva.
Uno de los problemas que genera este tipo de granjas es la poca capacidad de cultivo y absorción de los residuos generados en el proceso. Lo habitual en los entornos rurales es que la distribución de los animales sea en un espacio amplio, una gran dehesa en la que puedan encontrar alimento y en la que su extensión permita que los residuos generados por los animales se dispersen y sean absorbidos de una forma natural por el entorno. Sin embargo, en las macrogranjas, acinan a los animales y basan su cría en la intensificación en espacios confinados, con el resultado de una gran acumulación de residuos en áreas limitadas.
Los desechos generados, en su mayoría agua, son costosos de transportar en grandes cantidades, además las empresas encargadas de estas granjas tiene que pagar una suma económica a los propietarios de las tierras en las que quieran verter los residuos. Todas estas contras son la combinación perfecta para que las empresas encargadas de las macorgranjas se salten la ley y eliminen los residuos de una forma ilegal.

Cabe destacar que las macrogranjas son subvencionadas y protegidas por diferentes entidades económicas mientras que los pequeños productores son desprotegidos, perjudicados y se les dificulta la obtención de subvenciones realmente necesarias. Además, estas empresas suelen tener un altísimo capital, es decir, que no se genera empleo a posteriori porque tienen integrado prácticamente todo el proceso productivo.
El impacto ambiental es devastador. Se extraen grandes cantidades de agua de los acuíferos locales; los residuos líquidos, conocidos como purines, generan olores desagradables; hay una proliferación de insectos; los niveles de nitratos y nitritos contaminan las fuentes de agua; se utilizan considerables cantidades de antibióticos que terminan en las aguas residuales; y se emiten gases de efecto invernadero y amoníaco. Por ello, las empresas encargadas de estas granjas vierten los residuos a los ríos.

Se produce un efecto mariposa ya que el ciclo del agua en el entorno rural es circular y un claro ejemplo es el de Castilla y León; este ciclo conecta a Alar del Rey con Geria; el agua del río Pisuerga en Herrera de Pisuerga eventualmente será el agua de Valladolid, llevando consigo la contaminación derivada de estas actividades agrícolas y ganaderas sin control. Esto genera en un período muy corto, un deterioro de la biodiversidad difícil de revertir.
La introducción de macroproyectos ha contribuido al aumento de la despoblación en todas las áreas afectadas. Desde el punto de vista económico, el modelo de macrogranjas perjudica a los pequeños agricultores, eliminando la competencia y, aunque esto no se refleje en cifras, conlleva la pérdida del tejido social, la cultura local y las tradiciones agropecuarias. Esto afecta profundamente al modelo productivo de Castilla.
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